miércoles, 17 de noviembre de 2010
Charrúas
Hablar de los charrúas significa reconocer una familia lingüística, propia de las entidades étnicas que la componen.
Las fuentes testimoniales históricas permiten incluir tres tribus como componentes de ella.
Los Charrúas, guenoas o minuanes y bohanes.
Originariamente, el hábitat de la familia charrúa abarcaba aproximadamente lo que hoy constituye la república Oriental del Uruguay. Aunque ya en la segunda mitad del siglo XVII se los encuentra ocupando gran parte del territorio de la provincia de Entre Ríos.
Las primeras menciones que de los charrúas se hacen corresponden al siglo XVI.
Los minuanes a guenoas son situados.
Zonas mediterráneas, y que se trasladaron a las tierras que ocupaban los anteriores cuando estos dejaron su territorio para pasar a la Mesopotámica.
A los bohanes se los menciona morando al este del río Uruguay. Sin embargo, otros mapas jesuíticos los ubican en Entre Ríos, por lo que es posible que algunas de sus parcialidades hayan cruzado a estas costas.
Esta etnia fue incluida dentro de los grupos que integran el tipo racial pámpido. Se basa este concepto en las constancias históricas que describen su aspecto externo y porque su cultura se pareció a la de los pueblos del sur.
De acuerdo a la descripción hecha por los europeos.
En el siglo XIX la mayoría de los sobrevivientes estaban mestizados eran de anchas espaldas, cabeza grande, labios gruesos, nariz estrecha en la base y escasa pilosidad.
De está etnia se ha comprobado su existencia ya desde el siglo XVI. Ello ha incidido, naturalmente, en sus pautas culturales.
Podemos distinguir dos periodos cuya principal diferencia se centra en la introducción del caballo y el uso que hicieron de el.
En el primer período se dedicaban a la caza de venados y avestruces, corriéndolos a pies. Utilizaban boleadoras de dos a tres ramales para voltearlo y luego lo remataban con lanzas cortas o con bolas sujetas al puño.
Practicaban la recolección especialmente de huevos de avestruz y cogollos de ceibo. Eran de gran importancia por su valor nutritivo. Miel y frutos silvestres completaban su dieta.
Construían canoas de hasta 22 metros de largo, que utilizaban para la pesca. Fue practicada durante los primeros tiempos, luego menos importante debido a la existencia de ganado cimarrón.
Su armamento estaba constituido, por arcos y flechas de punta de piedra, jabalinas o lanzas corta de puntas de piedra o madera endurecida al fuego; y la honda.
Eran confeccionados por las mujeres. Consistían en piezas de forma probablemente subglobulares u oculares. La cerámica la Adquirían del Uruguay medio.
Usaban una especie de delantal o taparrabos, de piel o de algodón. Producto este obtenido, seguramente, por comercio con los guaraníes.
En estaciones frías, usaban el típico manto de piel patagón llamado quiyapí o quitando.
Los adornos corporales y faciales formaron parte de sus alimentos mágicos.
Cuando llegaban a la pubertad se les trazaban tres rayas azules en el rostro, a través de la nariz, cruzada de una a otra mejilla.
Desde el siglo XVI se ponían un tarugo en la nariz.
A los pocos días de nacido un niño, en el labio inferior se le colocaba el barbote, que debía llevar siempre.
Por el hecho de practicar el nomadismo, la vivienda no era de carácter estable.
En sus primeras etapas era sólo un paravientos, construido con cuatro estacas formando un cuadrado abierto y sin techo. Las paredes eran esteras de junco que colgaban de travesaños.
Armaron chozas hechas con ramas arqueadas y cubierta con cueros de caballo.
Sus campamentos estaban generalmente asentados a la vera de los arroyos y los componía unas chozas, habitada por otras tanta familias.
Cada toldaría tenia su propio cacique. En épocas de guerra se forma un consejo que el que decidía las acciones a seguir. Resuelto el ataque o la defensa cada cacique arengaba su hueste, mientras que las mujeres se mantenían atrás y cantaban.
Practicaban el chamanismo.
Las costumbres funerarias eran bastante salvajes. Los deudos del fallecido sobre todo los varones, se clavan astilla de caña o madera en los brazos, ayunaban y se mantenían aislados de los demás.
Otra característica es que cuando se les moría padre, madre o algún pariente, en señal de tristeza o luto se cortaban una coyuntura de un dedo y cuantos se les morían tantos se cortaban, hasta a quedar mochos en mano y pies, y los que más dedos tenían cortados eran tenidos y respetados por más honrado.
Los muertos eran enterrados en hoyos en cementerios situados en pequeños cerros.
La muerte de algún pariente lejos de estos lugares, una vez encarnados los huesos lo llevaba a su tierra.
Su lengua era dura y gutural; lengua particular; distinta del guaraní.
La llegada de los españoles significó un fuerte impacto para este grupo, modificando sus hábitos y sus acervo ergo lógico y espiritual.
Se incorporaron a la órbita cultural europea, pero la mayoría la rechazaron completamente resistiéndola con todas sus fuerzas. En esa resistencia llegaron a dominar y/o incorporaron a otras etnias y tribus de distinto origen, como en el caso de los yaros.
El caballo aumentó su movilidad y dispersión, cambiando sus costumbres guerreras.
Aparece como consecuencia la lanza larga, y el ganado cimarrón pasa objeto de sus caserías.
Las tribus desaparecen a mediados del Siglo XVIII, fuertemente diezmadas tras la campaña punitiva llevada a cabo por José de Andonaegui.
El 11 de abril de 1831, en las puntas del Queguay, el Presidente, Rivera determinó los primeros de los episodios que llevó al exterminio de los charrúas.
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Las personas de las fotos no son charrúas. Son Wichis. Dicho sea de paso, no pusieron mis créditos en la foto.
ResponderEliminarUn saludo.
Rubén Romano
Fotógrafo