miércoles, 17 de noviembre de 2010

Comechingones


Los Comechingones vivían en las sierras de Córdoba, en la región central de la Argentina; ocupando lo que hoy es la zona de Calamuchita, San Javier y Los Molinos.
El término Comechingón procede de \"comi\" serranía o sierra, \"chin\" pueblo y el sufijo \"gon\" plural de la palabra pueblo, \"pueblos de las serranías\".
Con la fundación de Córdoba en 1573, comenzó el lento pero inexorable proceso de extinción ya fuere por encomienda, mestización, enfermedades traídas por los blancos- europeos, combates contra los españoles, todo lo cual fue menguando su número e influencia en la región.  
Las viviendas de piedra eran más bien bajas, porque la mitad estaba por debajo del nivel del terreno. Por su forma, estas casas-pozo mantenían el calor durante el invierno y eran frescas en verano. Para entrar, había que bajar por una rampa.
En el centro de la habitación reinaba el fogón para cocinar y calefaccionar.
También se establecieron en las concavidades montañosas como refugio natural.  
Los hombres eran morenos, altos, se dejaban crecer la barba y como las mujeres, usaban flequillos. Se trenzaban el pelo y lo adornaban con vinchas o cubre nuca de lana que caía hasta los hombros.
Vestían ropa de lana, sus prendas más comunes, el delantal atado a la cintura con una faja y una túnica (como un poncho con los lados cocidos).
Esta ropa solía estar adornada con chaquiras (disquitos de conchilla) y tientos (tiritas de cuero). Además algunos usaban mantos sujetos con prendedores de cobre y otros materiales. En los pies llevaban ojotas de fibra vegetal trenzada. Los caciques, guerreros y curanderos lucían trajes de cuero, muy elaborados y recubiertos con vistosas plumas.
En ocasiones especiales llevaban en la cabeza mandíbulas de animales salvajes.  
Cada pueblo tenía sus propias tierras de cultivo, caza y pesca, que estaban divididas por una pared bajita hecha de piedra, llamada \"pirca\" o por cercos de espinillos.
Los Comechingones tenían prolijos maizales y huertas, donde cultivaban porotos, zapallos, papas y quínoa y maní. Como la tierra era seca, y la lluvia escasa, para que los cultivos crecieran y dieran buenos frutos, construyeron represas y canales de riesgo que llevaban el agua hasta los sembrados.
Además, criaban aves, y en sus corrales se juntaban majadas de llamas y alpacas (unos animales parecidos a las llamas), que eran su principal riqueza, ya que con su lana hacían tejidos.
Pero no sólo se ocupaban de los cultivos y el ganado, también salían a cazar. En tiempo de crecientes del río, construían un pescadero donde juntaban los peces.  
No demostraron gran desarrollo. Con piedras fabricaban puntas de flechas, hachas, conanas y morteros para moler maíz. Con hueso, realizaban cuentas para collares o adornos para su vestimenta.
Su cerámica, fue pobre. La decoración se restringió a guardas geométricas.
El medio natural les proporcionó su mejor expresión artística a través de pinturas rupestres que pueden verse con profusión a lo largo de las sierras centrales, en El Cerro Colorado y en el Inti Huasi.  
Eran creyentes del Sol y la Luna. Practicaban la magia y realizaban danzas para el conjuro de males diversos. En los ritos usaban alucinógenos como el \"cebil\", que aspiraban.  
En cada casa vivían cuatro o cinco matrimonios de la misma familia. Además de las casas, había unas pequeñas construcciones semienterradas donde tomaban baños de vapor.
Lindando con el poblado, poseían tierras que trabajaban en forma comunitaria, realizando cultivos, pastoreo y allí construyeron el jagüey (especie de pozo o zanja donde se juntaba el agua para beber y regar).  
A pesar de las pircas y los cercos, gente de las aldeas vecinas solían cruzar las fronteras sin permiso, para cazar y quizás invadir las tierras de cultivo. Así empezaban las guerras.
Acostumbraban ir al combate con el rostro pintado, mitad negro y mitad rojo.
Las armas eran de piedra. Con ellas hacían bolas de boleadoras, cuchillos, cabezas de mazas, puntas de lanzas y de flecha y proyectiles para honda.




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