miércoles, 17 de noviembre de 2010

Yamanas


En el extremo sur del país, en las frías costas patagónicas y entre las bravas corrientes del mar que rodea la Tierra del Fuego, vivían los Yámanas o Yahganes, un pueblo de canoeros. Pasaban la mayor parte de su tiempo en las canoas que construían con cortezas de árboles.
Compartieron su hábitat con los Alacalufes, los Chonos y los Changos, pueblos que desarrollaron su vida en lo que hoy es la República de Chile.
A veces estaba construida por una choza en forma de cúpula, en otras ocasiones, la hacían en forma de cono. Durante el verano las chozas estaban cubiertas de hojas y ramas, y durante el invierno de pieles. Solían socavar el suelo de la misma, para conservar el calor. Estas viviendas albergaban a varias familias.
A pesar del intenso frío, iban desnudos o usaban un manto de piel, de foca o nutria, que les llegaba hasta la cintura. Las mujeres también tenían un pequeño delantal de cuero. En las manos, guantes sin dedos y en los pies, polainas.
Llevaban el pelo suelto, se depilaban el cuerpo y se pintaban con distintos colores. Por ejemplo: cuando estaban de luto llevaban en la cara unas líneas negras con puntitos rojos.
Su dieta primordial la obtenían, del mar. Los hombres pescaban distintos peces y cazaban lobos, nutrias y aves silvestres, las mujeres recogían mejillones, almejas, cangrejos y erizos de mar, para realizar esta tarea, a menudo debían entrar en agua helada.
Otros alimentos los constituían a unas clases de raíces y hongos.
Eran excelentes cazadores de grandes mamíferos marinos. Cuando aparecía alguna ballena desorientada y cansada, varias canoas rodeaban al animal y con arpones lo atacaban. Esto implicaba comida segura para varios días y representaba una algarabía general.
Eran requeridos para obtener los alimentos y muy variados: arcos, flechas, lanzas, arpones y hondas, las puntas de la lanza y arpones fueron hechos de huesos y perfeccionados para la caza marítima. Llevaban en gran cantidad de esta artillería en una bolsa de piel.
Practicaban la monogamia, aunque toleraban que un hombre, conviviera con varias mujeres.
El rol desempeñado por el hombre en el núcleo familiar era muy importante, sin llegar a constituir un patriarcado.
La familia completa se adentraba en las heladas aguas de los Canales Fueguinos para iniciar una jornada de caza y pesca.
Mientras la mujer, sentada en la popa de la canoa, remaba, dirigía y recolectaba moluscos, el hombre permanecía atento a la aparición de los preciados tesoros alimenticios, que atrapaban con redes o arpones.
En el centro de la canoa chisporroteaba el fuego que cuidaban los niños para calentarse y cocinar los alimentos.
La embarcación era el transporte vital, estaba construido con cortezas de hayas, de tronco liso y muy abundante en la zona, cocidas entre sí con tiras de barbas de ballena y fibras vegetales, tenían de largo 3 a 4 metros de largo. Además utilizaron velas de pieles unidas con tientos y el remo.

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