Altos, de tez morena y bien fornidos. Vestían un abrigo de cuero, similar al quillango ; las mujeres también usaban una falda que cubría su cuerpo hasta las rodillas.
Era un pueblo nómade, por lo tanto practicaban la recolección de raíces y frutos.
Tenían una extraña costumbre: cuando las langostas arreciaban los campos pampeanos, los aborígenes prendían fuego a los pastizales, de esta manera el voraz insecto era cocinado por el fuego, entonces, los recolectaban, luego los molían y finalmente realizaban una pasta que comían gustosos.
Eran buenos corredores - cazadores, con arco, flecha y boleadora cazaban perdices, venados, codornices y ñandúes.
Sus viviendas eran sólo unos paravientos de cuero, muy sencillo, ya que su condición de nómade los llevaba a deambular con su hogar a cuestas.
Creían en un gran dios al que llamaban Soychu, quien tenía un contendiente, espíritu del mal conocido como Gualichu, nombre que ha llegado hasta nuestros días.
Con la llegada de los españoles, adoptaron el caballo, esto trajo como consecuencia un nuevo modo de vida. Si bien siguieron siendo nómades, pudieron ponerse en contacto con otros aborígenes, usaban su cuero para hacer botas, correaje y toldos. También los usaron como monedas de cambio, mediante el trueque obtenían vestimentas, bebidas alcohólicas, cuchillos.
Si bien su principal alimento era la carne vacuna, comían pescado, especialmente su grasa. Secaban el pescado, lo molían y obtenían así una buena harina.
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